Primera película de gánsters y ya obra maestra del
género, aunque el demonio de los celos puede más que la ambición del beneficio
y el poder.
Título original: Underworld
Año: 1927
Duración: 80 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Josef von Sternberg
Guion: Charles Furthman, Ben Hecht
Música: Película Muda
Fotografía: Bert Glennon (B&W)
Reparto: George Bancroft, Evelyn Brent, Clive Brook, Fred Kohler, Helen
Lynch, Larry Semon, Jerry Mandy.
Josef
von Sternberg fue un austriaco cuya familia emigró a Usamérica, pero a la que
no le acompañó la fortuna que a otros emprendedores, razón por la cual el joven
tuvo que ganársela vida de muchas maneras antes de entrar en contacto con una industria
auxiliar del cine que, poco a poco, por sus propias luces naturales, le abrió
las puertas a más altos menesteres, hasta llegar incluso a la dirección. En
1927 realiza esta película de gánsters en la que, como sucede siempre en
su cine, son las relaciones personales entre los protagonistas las que más
acaben inter4esándole a él y, por supuesto a los espectadores. Dicen los
historiadores que inaugura el género de las películas de gánsters, y es
cierto que muchos de sus rasgos aparecerán después en infinidad de películas,
pero no es menos cierto que la intensidad dramática con que plantea el trío
amoroso que se forma de una manera espontánea bien parece preludiar lo que serían
más tarde sus grandes éxitos: El ángel azul, con «su» cescubrimiento,
Marlene Dietrich, Marruecos o El embrujo de Shangái, entre otras
que son «de dominio común».
Una
baza determinante del interés de la película es la creación tan definida de los
personajes: el gánster especializado en bancos y joyerías, Bull Weed, George
Bancroft, el inolvidable Marshall de La diligencia, de Ford, una eterna
carcajada en su boca y una seguridad en sí mismo aplastante, y, con él, su fiel
Plumas McCoy, una actriz espléndida, Evelyn Brent, con un recorrido fílmico
por debajo de su calidad, y, finalmente, el más complejo de los tres, Rolls
Royce Wensell , un Clive Brook exquisito que escribió, produjo y dirigió
una fábula wildeana, On approval , que los aficionados al cine inglés,
porque la película tiene una fina ironía británica, encontrarán en YouTube.
Un encuentro fortuito del vagabundo borracho
Wensell con el atracador Weed se consolida cuando aquel, que trabaja como mozo de
limpieza en un bar frecuentado por los hampones de los bajos fondos, es sujeto
de un intento de humillación por parte de un gánster rival de Weed,
quien le arroja un billete de diez dólares a la escupidera, aunque el mozo los
desprecia, lo que enfurece al matón. El hombre es defendido por Weed y se va
con él del local. No sabe por qué, pero el borracho le cae bien y le da dinero
para que se adecente y colabore con él. Poco después, el gánster lleva a
su novia a un piso que ha sido el refugio del atracador en los momentos difíciles
y les abre la puerta poco menos que un elegante y distinguido sir británico que
deja impactada a la novia del atracador. El contrato entre los dos hombres
incluye que el nuevo colaborador del gánster deje la bebida y vuelva a ejercer
su profesión de abogado al servicio de su nuevo patrón.
Mientras
Weed da un golpe en una joyería para «sorprender» a Feathers con un collar que
había visto pocos días antes, la pareja se queda sola en el piso y se inicia un
juego de seducción que va a marcar el resto de la película, porque enseguida
advertimos que el trasfondo gansteril no deja de ser un decorado muy elaborado
de un triángulo amoroso lleno de cruces de miradas y de sospechas y de tórridas
declaraciones de amor y de arrepentimientos y de desaires y, sobre todo, de
unos celos descomunales trastornan por completo al gánster que se siente
traicionado y que está dispuesto a cualquier cosa para vengarse de quienes le
han traicionado aunque le vaya la libertad y posiblemente la vida en ello.
Uno de
los puntos culminantes del relato es la fiesta anual de los gánsters de
la ciudad en un bar en el que se celebra un baile en el que se elige a la reina
del mismo, acto en el que los diferentes jefes se involucran personalmente mediante la compra de los votos necesarios para
que sea elegida su pareja. La fiesta es uno de esos momentos cumbre de la
dirección de la película, porque en ella, con una magnífica puesta en escena,
con el decorado lleno de confetis, serpentinas, globos, etc., que los
protagonistas arrastran al desplazarse entre ellos como si fueran las dunas de
una playa, se sustancian dos asuntos trascendentales: la rivalidad de dos «capos»
y la elección amorosa de Feathers.
Lo
mejor de la película lo vamos a encontrar en una multitud de detalles que, a
través de los primeros planos, todos ellos de potente contenido psicológico,
sobre todo de las miradas inquisitivas y patológicas de Weed, nos avisan de que
la historia ha derivado hacia Otelo y de que una pluma en la cartera de su
subordinado, el fino inglés que las mata callando…, actuará como el pañuelo de
Yago, y que incluso, más tarde, parecerá otro pañuelo con muy distinto fin pero
inequívoca alusión.
En la
fiesta, momento central de la película, con unos movimientos de cámara que
aprendieron Ophüls y Coppola con mucho esmero, se produce la «encerrona» a Feathers
para entregarle la banda de honor como
reina del baile. Se trata de la devolución de «jugarreta» de Weed, quien dejó
una prueba incriminatoria de su rival en el atraco a la joyería. Despertado de
su borrachera por la pareja de su rival, Weed se tambalea hasta donde sorprende
a su rival intentando abusar de Feathers, razón por la que le mata.
Weed
que ha seguido el desarrollo del cambio de actitud de Rolls Royce y de Feathers,
está, en el juicio que lo condena a muerte, más preocupado por el consuelo que
su lugarteniente le ofrece que por la pena que le ha caído. Y aquí voy a tener
que suspender la sinopsis de la historia, con un guion ejemplar de Ben Hecht,
el autor de un guion que le valió el primer Oscar de la historia de los mismos
en 1929 y creador de la obra The front page que dio lugar a películas
como Luna nueva, de Hawks o Primera plana, de Wilder. Es cierto
que en este último tercio de la película es donde se concentra la acción real
de la historia, rodada con un nervio que parece mentira que estemos hablando de
la primera película del género, a juzgar por los aciertos que complacerán a los
espectadores, a quienes les dejo in albis respecto de cómo se resuelven ambas
historias, la del condenado a muerte y la del celoso…
Ojo al
metraje, 80 minutos, purita concentración narrativa, pues…
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