Inspirada en un suceso real, la ópera prima de Michael Pearce se adentra en los más tenebrosos impulsos humanos irracionales.
Título original: Beast
Año: 2017
Duración: 107 min.
País: Reino Unido
Dirección: Michael Pearce
Guion: Michael Pearce
Reparto: Jessie Buckley; Johnny Flynn; Geraldine James; Trystan Gravelle;
Charley Palmer Rothwell; Hattie Gotobed; Shannon Tarbet; Emily Taaffe; Tim
Woodward; Olwen Fouere;
Amanda Smith; Richard Laing; Oliver Maltman; Barry Aird; Joanna Croll; Joshua
Squire; Sam Dale; Maria de Lima.
Música: Jim Williams
Fotografía: Benjamin Kracun.
Inspirado
en una historia real sucedida en la inglesa
isla de Jersey, de donde es originario el director de la película, Michael
Pearce, este ha decidido retomar para su ópera prima aquella trágica historia
del asesino en serie que atemorizó la isla durante casi trece años, Edward
Paisnel. La estructura especular de la narración nos planta ante un dúo
protagonista, Moll y Pascal, cuyas verdaderas identidades irán revelándose
mutuamente a lo largo de la historia, y digo «especular» porque ambos
protagonistas tienen inclinaciones muy semejantes y ceden a una atracción mutua
no sin ciertas reservas, pues está en juego nada menos que el descubrimiento de
zonas oscuras que nos habitan y que, según lo que hagamos, pueden
condicionarnos la vida muy seriamente.
La protagonista, Moll, una
joven con una relación familiar muy tensa, que trabaja como guía turístico y se
encarga, un tanto como castigo, otro tanto como compensación por seguir, ya
adulta, en la casa familiar, del padre, enfermo de demencia y necesitado de
cuidados y vigilancia, está interpretado por una actriz que acabo de descubrir
en la serie Chernóbil, Jessie Buckley, de magnífico desempeño artístico en
ambas, serie y película. El hecho de ser pelirroja añade, además, ese punto de
congruencia para su trastorno que la convierte en la oveja negra de la
comunidad, aunque tardaremos aún bastante rato en enterarnos de cuál ha sido la
circunstancia que ha determinado el estigma familiar y social que padece.
La
historia arranca con la celebración del cumpleaños de la joven, quien se siente
literalmente marginada en su propia celebración, razón por la que, para
sorpresa de su familia y de los invitados que de ello se dan cuenta, la joven
se escapa a un bar musical donde pasa la velada. El hecho de que su hermana
anuncie que está embarazada le roba, en buena lógica, cualquier atisbo de
protagonismo que hubiera podido tener. Pasa la noche en el club y, de
madrugada, la persona con quien ha estado toda la noche pretende tener
relaciones íntimas, ella se lo quita de encima, pero el joven insiste, hasta que
aparece el coprotagonista, Pascal, quien, amante de la caza furtiva, exhibe una
escopeta que logra ahuyentar al cariñoso acompañante indeseado…
La
aparición de un nuevo cadáver, esa noche en que salió de fiesta, uno más de los
ya realizados por quien no cabe duda que es un asesino en serie, un psicópata que
elige siempre víctimas jóvenes, deja a los inspectores de policía que trabajan
en el caso sumidos en el mismo desconcierto que no lleva camino de ver un final
que explique la cadena de asesinatos. Más tarde, el propio Pascal aparecerá
entre los sospechosos, a lo que contribuye su distancia con respeto a los otros
miembros de la comunidad, su afición a la caza furtiva y su forma de vida
independiente, pero Moll le sirve de coartada al decir que lo conoció en el
baile y estuvo con él toda la noche.
La
relación de Moll con Pascal va a
significar una suerte de tabla de salvación para ella, pues por fin se
relaciona con alguien que se aparta del mundo social que la rechaza. Los
antecedentes de ella incluyen una agresión física muy violenta, a causa del
abuso que sufría en la escuela, y que acabó en la desfiguración facial de la
compañera que, supuestamente, abusaba de ella. De todo este asunto se va
hablando a lo largo de la película, pero es con el duelo por una nueva víctima
del asesino, con lo que la reacción social se manifiesta abruptamente contra
ella, tratando de impedir que asista a la ceremonia religiosa y se acerque a la
madre a ofrecerle sus condolencias.
Aunque
de forma esquemática, no tarda en aparecer un tic racista que desvía la
sospecha sobre el asesino hacia un inmigrante; del mismo modo que, cuando la
policía cree haber cogido al culpable, se trata de un inmigrante portugués que,
supuestamente, habría confesado motu proprio los crímenes. En ese
contexto, la joven inicia una relación con el joven solitario con quien acabará
conviviendo, de tal modo que puede ahorrarse las humillaciones que su severa
madre le depara constantemente, como recordándole que es una desgracia para la
familia y para la comunidad.
La
película deviene una suerte de historia de amor entre dos seres marginados, pero
la detención de Pascal y los interrogatorios de la policía, especialmente el de
una mujer policía, interpretada por Olwen Fouéré, magníficamente caracterizada,
una secuencia que tiene más de cine de terror que la totalidad de la película,
¡que dureza de facciones y de dicción, y qué primeros planos agresivos hasta la intimidación!, van a despertar los conatos
de sospecha en Moll, a quien las dudas sobre su acompañante no dejarán de
atormentarla, sobre todo por lo injusto que puede llegar a ser el solo hecho de
albergarlas. La película gana muchísimo en el último tercio y se supera en el
desenlace. Es cierto que los exteriores de la isla —de donde el director confiesa
que, de joven, ansiaba huir— constituyen un decorado magnífico del que él saca
un excelente partido. Y no lo es menos que los intérpretes están a la altura de
lo que suelen ser las producciones británicas. El actor y músico Johnny Flynn
sabe transmitir de forma magistral la ambigüedad que inquieta por igual a su pareja
en la historia como a los espectadores, y quien borda su papel represor es la
madre, Geraldine James, capaz de suscitar en los espectadores el más intenso aborrecimiento
imaginable.
La
película presenta un marcado perfil psicológico, sobre todo de Moll, la
protagonista, quien vive sin vivir en ella un drama con el que batalla desde la
adolescencia y cuya verdadera dimensión no capta hasta que se relaciona con
Pascal, pero eso han de verlo los espectadores, porque es lo «sustancial» de la
película.
"La película gana muchísimo en el último tercio y se supera en el desenlace" ... En un tiempo en que todo parece justificado por su final, pienso que tú frase es el mejor elogio a una película o cualquier obra de ficción. Mira que tengo muchos prejuicios contra las ficciones bSadas en hechos reales pero sin duda con tu reseña me has ganado.
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