El desigual humor poético-crítico
español de finales de los 50: ¡Viva lo
imposible!, del maestro Rafael Gil y la original voz narrativa de La vida en un bloc, de Luis Lucia.
Título original: ¡Viva lo
imposible!
Año: 1958
Duración: 95 min.
País: España
Dirección: Rafael Gil
Guion: Miguel Mihura, Rafael Gil (Teatro: Joaquín Calvo Sotelo)
Música: Jesús Guridi
Fotografía: Alfredo Fraile
Reparto: Paquita Rico, Manolo
Morán, Miguel Gila, José María Rodero, Jacqueline Pierreux, Julio Núñez, Julia Caba Alba, José Marco Davo, Fernando Sancho, Raúl Cancio, Vicky Lagos, Ángel Ter,
Tony Soler, Mario Morales, Yelena Samarina, Jesús Narro, Ramón Giner.
Título original: La vida en un bloc
Año: 1956
Duración: 90 min.
País: España
Dirección: Luis Lucia
Guion: José Luis Colina, Vicente Llosa, Luis Lucia (Obra: Carlos
Llopis)
Música: Juan Quintero
Fotografía: Cecilio Paniagua (B&W)
Reparto: Alberto Closas, Elisa
Montés, María Asquerino, José Luis López Vázquez, José Luis
Ozores, Emilio Alonso, Ángel Álvarez, Manuel Bermúdez 'Boliche', Irene Caba
Alba, Julia Caba Alba, Eduardo Calvo, Raúl Cancio,
Juan Córdoba, Margarita Espinosa,
José Franco, Encarna
Fuentes, Ricardo Hurtado.
¡Viva lo imposible! es una película que se inicia como farsa y
acaba convirtiéndose en moderado drama, con una historia de origen poético, una
familia de funcionarios que, aburridos de no poder satisfacer los más mínimos
caprichos y de dejarse la piel en un trabajo monótono y aburrido, deciden
dejarlo todo, los pluses, los trienios, la seguridad de la miseria, para
lanzarse a la aventura, hasta que recalan en un circo donde los admiten como
ilusionistas, aunque con escasa fortuna. El desengaño comienza a asomar en la
necesidad del hijo de poder seguir preparando las posiciones a notarías, ante
el berrinche total del padre, que lo echa de la roulotte. La hija, de quien el
domador, un Miguel Gila a quien el guionista Mihura sirvió en bandeja un
lucimiento muy del estilo de 3 sombreros de copa, está enamorado, recibirá la
visita de su antiguo novio, un funcionario gris y aburrido con quien, sin
embargo, en aras de la seguridad material, acabará marchándose para casarse con
él. Lo mejor de la película, más allá del poderoso uso del color y del
aprovechamiento que hace Gil de la puesta en escena circense, es el “intermedio
narrativo” en el que se resume el destino de los personajes a través de la
estructura narrativa del NO-DO, con la voz del locutor Matías Prats, habitual de
ese noticiero durante muchos años. Las imágenes, rigurosamente en blanco y
negro constituyen como un pequeño corto intercalado, un ejercicio
fictodocumental, que deslumbra por su ingenio y su hechura. El resto de la película sigue
los caminos trillados de la comedia sentimental con algunos toques humorísticos
y un final feliz, lo siento, harto empalagoso e inverosímil, pero el autor de
la obra en la que se inspira, Joaquín Calvo Sotelo, pues no daba para más,
claro.
La vida en un bloc, sin embargo, tiene algunos rasgos originales
como que el narrador sea el propio bloc, con la excelente voz de Fernando Rey,
un bloc que, nada más ser estrenado, lo primero que confiesa son las cosquillas
que le hace el bolígrafo al escribir sobre él… El mérito de la película recae
en la magnífica actuación cómica de los dos protagonistas, Alberto Closas y
Elisa Montés, hermana de las también actrices Emma Penella y Terele Pávez. El
médico del pueblo, un espíritu científico que no deja nada a la improvisación,
y prueba de ello es el rigor con que anota en su bloc cuanto importa para llevar
un buen régimen de vida saludable, se enamora de la maestra, quien lo acepta y
con quien acuerda casarse. Fiel a la lógica con que ordena su vida, el médico
repara en que, aun joven y soltero, aún no “la ha corrido”, y le parece
indispensable hacerlo ahora que es soltero en vez de hacerlo después de casado,
por la repercusión que en la unión matrimonial puede tener tal conducta. La
maestra está de acuerdo, y allá que se va el buen doctor a la capital, en
compañía de unos amigos golfantes dispuestos a reírse de su ingenuidad , para
ir cayendo en diferentes redes femeninas que le desengañan de cualquier atisbo
que él tuviera sobre lo que es la “vida disoluta, pecaminosa” de las farras
capitalinas. Está claro que el humor blanquísimo de la película, con solo algún
leve dardo envenenado que otro, opera dentro de los esquemas de lo permitido
por el Régimen, pero las situaciones cómicas potenciadas por la interpretación
de Closas, con una vis cómica potentísima, sobre todo las del idilio con la
maestra, una Elisa Montés de irregular carrera, pero aquí perfecta en su papel
de novia y esposa mojigata, convierten esta adaptación de la obra de Carlos
Llopis en una película muy de espíritu berlanguiano, cercana al mundo local de Los jueves, milagro, aunque, ya digo,
con mucha menor carga crítica. Que a estas alturas no haya envejecido y pueda
verse con agrado ya dice mucho de aquel cine que iba abandonando poco a poco lo
que podíamos considerar aún “la posguerra” para entrar en la década prodigiosa que
culminaría la revolución juvenil de mayo del 68, con los cambios sociales que
supuso en la sociedad española. La vida
en un bloc refleja aquellos tiempos de las “fuerzas vivas” de los pueblos,
el médico, el alcalde, la maestra, la Guardia Civil, el cura…, pero con una
gracia y un ritmo narrativo ejemplares.
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