domingo, 19 de febrero de 2023

«Todo a la vez en todas partes», de Dan Kwan y Daniel Scheinert o la sátira divertida.

Una comedia frenética que satiriza ejemplarmente los metaversos y toda su ralea…

 

Título original: Everything Everywhere All at Once

Año: 2022

Duración 139 min

País:  Estados Unidos

Dirección: Dan Kwan, Daniel Scheinert, Daniels

Guion: Dan Kwan, Daniel Scheinert

Música: Son Lux

Fotografía: Larkin Seiple

Reparto: Michelle Yeoh; Ke Huy Quan; Jamie Lee Curtis; Stephanie Hsu; James Hong;

Tallie Medel: Harry Shum Jr.; Jenny Slate; Anthony Molinari; Audrey Wasilewski.

 

         Confieso mi distanciamiento inicial de casi todas las películas «matriciales» que juegan con los universos paralelos, los metaversos y toda esa ralea de espacios virtuales en los que los pobres humanos nos perdemos con tanta facilidad como, si somos de los buenos, imponemos allí nuestra ley y nuestro orden. Todo a la vez en todas partes tiene un arranque absolutamente realista y estéticamente muy pobre, transcurre en el interior de una lavandería china cuya dueña vive obsesionada por los males de cabeza que le proporciona el negocio y que, además, se ha empeñado en celebrar por todo lo alto el cumpleaños de su padre. La empresaria desbordada por sus obligaciones nos permite comprobar la excelsa calidad interpretativa de la protagonista, Michelle Yeoh, avalada con anterioridad por películas de gran éxito popular como la bondiana El mañana nunca muere, de  Roger Spottiswoode o El tigre y el dragón, de Ang Lee, película adscrita a un género, el Wuxia, centrado en las artes marciales orientales que tiene, en esta candidata a los Oscar, una presencia constante, y quizás excesiva, a fuer de repetitiva.

         La aparición de la hija, y nieta, con su novia, dispara el enfrentamiento entre madre e hija, una típica relación de desencuentro madre-hija que vertebra la película y sirve de anclaje entre los universos paralelos y el mundo real, dado que el padre asume una posición equidistante entre ambas, si bien, para todo lo demás del negocio, respalda a la sobresaturada empresaria.

         La trama hacia los universos paralelos se dispara cuando toda la familia al completo van a pasar una revisión fiscal que les exige la presentación de una documentación que no es suficiente para pasarla sin ser severamente multados. Y ahí nos encontramos con otra excelente sorpresa: la funcionaria es Jamie Lee Curtis, en un papel al que en modo alguno nos tiene acostumbrados, y que despliega con una energía, un humor y una veracidad propios de su magnífica calidad interpretativa. Dada la discrepancia con las autoridades, de repente, la protagonista, que ha estado absolutamente distraída de las explicaciones de la funcionaria, inicia una batalla campal con las fuerzas de seguridad del edificio en la que también se involucra la funcionaria, y todo ello sin que la protagonista acabe de enterarse de qué está pasando. Es el marido quien, poco a poco, va a ir informándola de que están siendo objeto de una suerte de abducción de otros mundos paralelos que los obliga a desempeñar un papel activo para impedir que una fuerza destructiva acabe con ella, con él y con su familia, aunque, en esos mundos paralelos, la fuerza del mal se encarna en la hija y el abuelo es el principal enemigo de su nieta, a quien quiere «liquidar» para acabar de una vez por todas con la amenaza del mal.

         Reconozco, porque esos enfrentamientos en los universos paralelos siempre se producen mediante luchas de artes marciales que siguen la estela que popularizara el genio de Bruce Lee, que las idas y venidas a y desde esos mundos suponen una confusión muy notable, al menos para este espectador tan escéptico incluso con grandes momentos estelares del género como Matrix, de Lilly  y Lana Wachowski. Reconozco, eso sí, que nada hay aquí de adhesión al género y sí todo de parodia e incluso sátira, con momentos incluso muy escatológicos, como la necesidad de dos combatientes de retroalimentar sus poderes con dos sentadas en dos poderosos símbolos fálicos, ¡lo que incluye, en uno de esos saltos, el difuminado del ano de uno de los saltadores que se están enfrentando a vida o muerte con la protagonista! Todas las escenas de combate siguen la coreografía habitual de las luchas mediante artes marciales en las que la protagonista se descubre como una virtuosa, algo que, en un momento de la película, admiran el padre y la hija.

         Toda la parafernalia de los mundos paralelos se nos aparece sin sofisticación ninguna, aunque, eso sí, hay un rigor metodológico en las idas y venidas que van acompañados de un recurso de los personajes, taparse el oído y lanzar la cabeza hacia atrás para «conectar» con el mundo paralelo y saber cómo desenvolverse en él y cuáles son las amenazas que han de sortear. Llega un momento, ya digo, en que la vorágine de conexiones y desconexiones, y las constantes acometidas de los luchadores que se oponen a la labor salvífica de la protagonista, quien se resiste, de todos modos, a identificar a su hija con el mal que quiere dominar el planeta.

         Esta película va bastante más allá de las, a su lado, sosas screwball comedies, porque  la aceleración es de tal envergadura que se ha de ser un fiel seguidor de los géneros que satiriza para poder «interesarse» seriamente por la trama, aunque, en el fondo, de lo que se trata es de cómo enfrentarse a unas relaciones familiares deterioradas y tratar de solucionarlas. La «excursión» por esos mundos paralelos al nuestro permiten identificar las fuerzas que se oponen y darles una solución integradora; lo que se resuelve en esos viajes fuera de la realidad acaba sancionándose en esta, de ahí que, a pesar de la reiteración alocada de las situaciones y de las luchas, sea importante tener presente cómo se resuelven allí, porque de ello dependerá su desenlace aquí. Mirado desde este punto de vista, la película acaba resultando una historia intimista, familiar, cercana a todos los espectadores, aunque la fabulación que la complica, vía paródica, es «excesiva» para cualquiera. Dicen que es seria candidata a muchos Oscar, pero, por muy cachonda y divertida que sea, no pasa de ser una película bastante menor en lo que a sus cualidades cinematográficas se refiere. Casi podríamos habar de cine «gamberro», al estilo del de los hermanos Farrelly, pero en modo alguno, al margen de la interpretación, es una obra que pueda competir, ni de lejos, con Los Fabelmans, de Spielberg, por ejemplo.

 

        

 

4 comentarios:

  1. Siempre que me paso por aquí, me rompes todos los esquemas de quien supongo eres jaja está claro que supongo muy requetemal ; ) Jamás de los jamases te hubiera imaginado haciendo una reseña de una peli de artes marciales, mundos paralelos y confictos familiares jaja seguramente es mucho más que eso, el mero hecho de que esté en ella Jamie Lee Curtis la hace interesante y efectivamente nos coloca ante la idea de que tendrá chispa y será divertida a Michelle Yeoh la conozco menos, salvo en El tigre y el dragón, que más que una película parece una inmensa coreografía sobre guerreros boladores que bailan jaja no la he visto trabajar en ninguna película, en fin, si tengo oportunidad intentaré verla porque tras leerte, no sé muy bien qué esperar y eso siempre es bueno en cine ; )

    Muchas gracias y un beso grande !
    A ver si soy capaz de pasarme más a menudo por tu cine

    PD
    Tengo pendiente Los Fabelmans, de Spielberg, tengo ganas de ver cómo se desarrolla esta pseudobiografía del rey Midas de H. , sobre el papel tiene muy buena pinta ; )

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    1. Con el disparate, sonreirás; con el homenaje al cine de Spielberg, reirás y te emocionarás. NO acabo de entender que "compitan" por los Oscars al mismo nivel, o casi...

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  2. Fíjate como se ha resuelto el enigma! cuando leí tu reseña me quedé con muchísima curiosidad, ahora aun tengo más... desgraciadamente aun no he visto ninguna de las dos, cuando lo haga te contaré ; )

    Me ha encantado tu palabra "thaumazein"
    Gracias por todo lo que regalas aquí , un beso!

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    1. Si has de priorizar, los Fabelmans es, aun a riesgo de equivocarme, la mejor opción... Un beso.

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