sábado, 30 de noviembre de 2024

«Celeste», de Diego San José y Elena Trapé.

 

Hacienda te vigila, Hacienda te persigue, Hacienda somos todos…

 

Título original: Celeste

Año: 2024

Duración: 35 min.

País: España

Dirección: Diego San José (Creador), Elena Trapé

Guion: Diego San José, Daniel Castro, Oriol Puig Playà

Reparto: Carmen Machi; Manolo Solo; Andrea Bayardo; Antonio Durán; Aixa Villagrán;

Clara Sans; Jesús Noguero; Marc Soler; Marc Soler; Gary Anthony Stennette; Saibon Wang; Gala Bichir.

Música: Lucas Vidal

Fotografía: Alex García Martínez.

 

          La Delegación de Hacienda donde yo trabaje en mi veintena estaba más cerca del funcionariado del siglo XIX que del XX o este del XXI que, dado el relieve adquirido por la política fiscal de los distintos gobiernos, convierte a los inspectores de Hacienda poco menos que en personas con un poder paralelo al de la judicatura o al de los propios políticos. Convertir a una inspectora de Hacienda en protagonista de una serie no solo está en consonancia con los tiempos, sino que, al menos en este caso, se han reunido una serie de particularidades que convierten esta miniserie en una película muy estimable y, sobre todo, divertida. Añadamos el trabajo soberbio de Carmen Machi, quien compone una inspectora literalmente sui géneris, y tendremos un esparcimiento inteligente y una trama que atrapa la atención de los espectadores.

          La historia se inspira en los líos con Hacienda en España que tuvo la cantante colombiana Shakira mientras estuvo casada con el futbolista del Barça Gerard Piqué. En esta ocasión se trata de Celeste, ídola de propios y extraños y cuya vida y milagros va a tener que recorrer la inspectora para acreditar que la artista ha residido en España el mínimo de 185 días al año que la convierten en contribuyente en nuestro país, lo que supondría, para las arcas públicas un «pellizco» fiscal de más de veinte millones de euros. Hasta aquí todo puede parecer de lo más anodino, pero cuando advertimos el «tipo» de mujer que es la inspectora, gris hasta el marengo, atrabiliaria, y tan segura de su inteligencia fiscal como desgraciada por su físico, vestida a la usanza del primer tercio del siglo XX, aunque no necesariamente una mojigata, comenzamos a entrar en el juego planteado por el creador de la serie. Sí es cierto que el personaje del paparazzo, interpretado por esa joya de actor que es Manolo Solo, la historia crece, como cuando va descubriendo que quien la requirió para hacer la última inspección ejemplar antes de jubilarse está dispuesto a hacer doble juego a poco que pueda, negociando con la artista una multa y eximiéndola de la responsabilidad penal por fraude. La joven inspectora que la Administración pone a su servicio para que le sirva de apoyo en ciertas labores necesarias pero ingratas es un papel que rezuma excesiva ingenuidad y que a mí, particularmente, no es que me entusiasme. No ocurre lo mismo con la propia Celeste, cuyas dotes para el baile y el canto son más que notables, y cuya excelente interpretación hace la miniserie muy convincente. De hecho, y no quiero extenderme sobre ello por razones obvias, en la historia habrá un planteamiento de cazadora y presa que, a medida que progresa el seguimiento de la hipotética defraudadora, la cazadora cae bajo el influjo seductor del personaje público y se operará en ella una transformación muy curiosa y muy bien llevada.

          El mundo de los altos funcionarios está muy bien descrito, con esa pachorra de los opositores que miden su éxito en la vida por el número que sacaron en las oposiciones de su promoción, una jerarquía como otra cualquiera. ¿Qué ocurre, sin embargo, cuando el número uno pone su sabiduría fiscal al servicio de los posibles defraudadores…? También en eso entra la película.

          Al margen de la persecución fiscal y los métodos pseudomafiosos de la inspectora para conseguir información en los comercios: «Esto tiene dos maneras de solucionarse, una larga y una corta…», una frase que, a medida que la serie vaya siendo más vista, no dudo de que acabará convirtiéndose en un mantra popular, parecido al ya célebre, ¡y muy cercano al ámbito de la Hacienda pública!, del «¿con IVA o sin IVA?»; al margen de esos métodos, decía, hay también una dimensión individual en la protagonista que nos habla de una mujer que acaba de enviudar, que se acaba de jubilar, aunque su superior la rescate para la última inspección «sonada», que descubre que su marido le era infiel, que frecuenta salas de fiesta para mayores con necesidades de relaciones y que tiene una hija, un papel brillante que la actriz  Aixa Villagrán clava a la perfección, ¡ah, y que ha heredado un perro de su marido con el que tiene una relación de amor y odio a partes iguales, y que dará pie a una hermosa secuencia.

          El equivalente entre una inspección policial y una inspección fiscal se borra completamente en la película, pero subsiste esa parte de thriller contable que no desdeñará ni siquiera sus momentos de angustia y tensión que amenazan con quebrar, de nuevo, la carrera de la funcionaria. De nuevo, sí, porque en su casa aún recuerda su hija lo mucho que tuvieron que pasar cuando la madre no supo probar el fraude de un conocido futbolista del Real Madrid, club escogido para despistar, claro está, porque ese otro caso famoso recuerda al del jugador del Barça Lionel Messi…

          Muy importante es el dinamismo que se le imprime a la acción gracias al medido metraje de cada capítulo, unos veintisiete minutos, lo que la convierte en una miniserie idónea para verla de un tirón o en dos tandas en un fin de semana. En la medida en que las necesidades del guion exigen la presencia del fan acosador, porque es un personaje fundamental para la resolución del caso, cabe decir que, al margen del impecable retrato social de la familia, acaso exija demasiada credulidad cuanto lo rodea e incluso el propio acosador en sí, aunque se trate de un tipo absolutamente verosímil, como la historia lo demuestra, y ahí está el asesinato de John Lennon, sin ir más lejos. Con todo, las escenas de tensión están muy bien hechas y no desmerecen en absoluto del resto de la miniserie. La directora es la responsable de Rapa, una credencial que nos habla nítidamente de la facilidad con que la cámara narra la historia, amén de la excelente ambientación de todos los lugares, que no son pocos, que aparecen en la historia.

1 comentario:

  1. Es sorprendente que hayan hecho una serie así. Entiendo que vale la pena. Me encandila la actriz.

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