Un melodrama canónico: amor, venganza, poder…, con la dupla de El manantial, de Vidor.
Título original: Bright Leaf
Año: 1950
Duración: 110 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Michael Curtiz
Guion: Ranald MacDougall.
Novela: Foster Fitzsimmons
Reparto: Gary Cooper; Lauren Bacall; Patricia Neal; Jack Carson; Donald
Crisp; Gladys George; Elizabeth Patterson; Jeff Corey; Taylor Holmes; Thurston
Hall.
Música: Victor Young
Fotografía: Karl Freund
(B&W).
Un hombre solo
llega al lugar donde nació y se crio hasta que un poderoso productor de tabaco no
solo arruinó a su familia sino que, literalmente, los expulsó de sus
propiedades, adquiridas por él. Gary Cooper vuelve con dos objetivos: vengarse
del todopoderoso empresario y conquistar el amor de su hija. Cuando el
fabricante se entera de que ha vuelto a la ciudad, se apresura a presentarse en
el hotel donde se hospeda y no solo lo amenaza, sino que lo golpea con su
bastón en presencia de todo el mundo, momento en que el recién llegado se lo
arrebata y lo parte en dos. Ahí queda refrendada en su máxima intensidad el
odio que se manifiestan, sin ambages, ambos hombres: el primero, un «patricio»
sureño con antiguas raíces en la zona y en el negocio del tabaco; el segundo,
un hombre sin oficio ni beneficio, y poderosamente resentido, que, con insólita
vista para los negocios, se propone «destronar» al patricio donde más le duele:
competir con él en el los negocios e intentar arrebatarle a su hija contra su
voluntad.
El drama con
trasfondo histórico se centra en la revolución que supuso la invención de la
maquinaria para fabricar cigarrillos, cuyo capital inicial lo toma prestado el
protagonista de un viejo amor que no lo olvida, aunque de él se proteja, porque
no ignora que su verdadero amor es la hija del magnate. Aprovechando que el
patricio rechaza el ofrecimiento del invento de la moderna maquinaria, el
resentido emprendedor invierte en ella y, con una poderosa campaña de publicidad,
consigue que los cigarrillos vayan desplazando a los cigarros puros, que son la
especialidad de la zona y del patricio. Conviene tomar nota, por cierto, de que
el protagonista odia los cigarrillos y prefiere fumar los puros «de toda la
vida», lo que viene a ser «el auténtico tabaco» para él. Poco a poco, se
expande el negocio y va acabando con las empresas rivales, a las que suma a su
negocio para acabar construyendo un auténtico imperio empresarial que, andando
el tiempo, mostrará un flanco débil muy fiel al espíritu emprendedor
usamericano: el monopolio, lo que, a juicio de las autoridades, anula la competencia
empresarial, por lo que pende de ese imperio la amenaza de ser dividido en empresas más pequeñas para velar
por el imperativo constitucional que prohíbe los monopolios, cualesquiera. Algo
que amenaza, hoy, a ciertos imperios de lo digital como Amazon, Google. Apple,
Meta, etc.
Si la película
es un melodrama, ello se basa en la oportuna mezcla de lo empresarial y lo
sentimental, entre dos personajes separados por la clase social, pero unidos
por un amor nacido en la adolescencia. La irresistible atracción que siente el
protagonista por hija del patricio que arruinó a su familia se va a confundir
en su actuación con la venganza empresarial que, al final, consigue, llevar al patricio
a la bancarrota, lo que lo impulsa a este a buscar un duelo a muerte con el altanero
hijo del vecino destruido. En una secuencia memorable, el fallido duelo, por la
negativa del protagonista a luchar contra él y poder ser acusado de un
asesinato, dado que el duelo está prohibido, desemboca en el disparo a
traición, lleno de odio y despecho del padre de su enamorada, quien, tras
fallar en el intento de matarlo —simplemente lo hiere en un costado—, recoge
sus pistolas, se mete en su cabriolé y se descerraja un tiro. Al espanto del
caballo, que piafa en primer plano antes de arrancar, le sucede una carrera alocada
que, a dos planos de distancia, concluye su recorrido estrellándose contra la
puerta de la mansión del suicida, cuyo cuerpo queda extendido, trágicamente,
entre el coche y el suelo…
A esa muerte
le sigue el matrimonio de la hija, quien estaba dispuesta a casarse con o sin
permiso del padre, lo que había llevado la tensa situación a un enfrentamiento
entre ambos que concluye poco menos que con la exclusión de la hija de la
estirpe familiar, pues el padre, arruinado pero altivo, reniega de ella, poco
antes de intentar el duelo que acaba como acabamos de ver.
Estamos ante
una película muy curiosa, pues el protagonista, cuyo objetivo vital máximo era
conseguir la casa y la hija de quien estuvo y sigue estando enamorado, va a
sufrir una evolución que, paradójicamente, va a transformarlo en lo más
parecido a la persona que él más odiaba, a juzgar por cómo pretende llevar de
un modo despótico un negocio en el que se inició con el capital prestado por la
dueña de un burdel, enamorada de él e incapaz de luchar por él contra la
abducción letárgico que ejerce su rival, la hija del patricio; el inventor de
la maquinaria y un buhonero vendedor de crecepelos, a quien defiende en una
riña tumultuaria que dará con los huesos de ambos en la cárcel, de donde los
saca la dueña del burdel.
Más llamativo
aún es, estamos en un periodo finisecular, la intuición de que, frente al
negocio del tabaco, el ingeniero inventor de la maquinaria intuye que los
vientos de la fortuna empresarial soplarán a favor del invento del coche, lo
que lleva a una estampa muy curiosa que añade una de esas gotas de humor que
tiene la película y que van cediendo ante la verdadera dimensión de la tragedia
que se va a ir desarrollando cuando menos el espectador lo imagina, como una
suerte de veredicto de Temis, ¡o acaso de Minos!…
La película,
con una ambientación y un vestuario muy logrados, fluye, aun teniendo muy pocos
espacios en los que se desarrolla, con un excelente ritmo, y destaca, a mi juicio,
la larga secuencia de la subasta de los tabacos de Virginia —el título
original, por cierto, Bright Leaf, alude a un particular tipo de hoja de
tabaco, y ese será el nombre con el que sustituirá el protagonista el nombre de
la mansión de su rival—, en nada disímil de las habituales de las lonjas de
pescadores, por cierto. Lo importante aquí es cómo el afán acaparador del
protagonista empuja a los viejos fabricantes del lugar a comprar la mercancía
mucho más cara, lo que inicia el proceso de liquidación de sus fábricas.
Y no digo más,
porque la trama se enreda de un modo insospechado, como corresponde a un buen
melodrama, y en el desenlace todas las cuentas se ajustan, inexorablemente.
Cooper y Neal, pareja en la vida real, destacan por la solidez de sus
composiciones, pero llama la atención la excelencia de una actriz llamada casi
a eclipsar a ambos: Lauren Bacall. ¡Perfecta!
Se ve una película amplia tipo río. Parece que con tanta historia debe ser larga. 110 minutos dan para mucho.
ResponderEliminarEs tan ágil la realización, Joaquín, que ni me di cuenta de que duraba casi dos horas... Algo de saga tiene, sí.
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