El desafío del
crimen perfecto o el patetismo del viejo enamorado no correspondido: Retorno al abismo o un guion milimétrico
para un thriller muy logrado.
Título original: Conflict
Año: 1945
Duración: 86 min.
País: Estados Unidos
Director: Curtis Bernhardt
Guion: Arthur T. Horman,
Dwight Taylor (Historia: Alfred Neumann, Robert Siodmak)
Música: Friedrich Hollaender
Fotografía: Merritt B. Gerstad
(B&W)
Reparto: Humphrey Bogart, Alexis Smith,
Sydney Greenstreet, Rose
Hobart, Charles Drake, Grant Mitchell.
Ya habrá estudios, me
imagino, sobre la importantísima labor desarrollada en el cine usamericano por
los emigrados alemanes tras el triunfo de Hitler, y esta película es un
excelente ejemplo de lo que esos directores contribuyeron a la creación de las
señas de identidad de lo que hoy tenemos como un género específicamente
usamericano, el cine negro, el thriller o como lo queramos llamar. Curtis
Bernhardt llevó al cine una historia del también director Robert Siodmak y a
ellos se unió en la banda sonora Friedrich Hollaender, quien debutó en el cine
nada más ni nada menos que con la banda sonora de la mítica El ángel azul, de Stenberg, y aquella
canción que inmortalizó a Marlen Dietrich: Ich
bin von Kopf bis Fuss auf Liebe eingestellt (Desde la cabeza hasta los pies
estoy hecha para el amor). Aunque la historia no se plantea como un reto
delictivo, conseguir el crimen perfecto, porque la pulsión amorosa que anima al
protagonista, un Humphrey Bogart destacadísimo en su faceta de villano
atormentado psicológicamente, enamorado de la hermana pequeña de su mujer, es
suficiente para justificar que no vea otra solución para lograr sus deseos que
librarse de quien le ha asegurado, al descubrir ese ridículo y patético amorío
de colegial, que no está dispuesta a dejarle el camino libre. Arranca la
película, para mayor ironía, siempre presente de un modo sutil en la película,
con la celebración del aniversario de boda del matrimonio feliz por excelencia
para sus amigos, aunque la escena inicial ya ha dejado clara la dimensión del
fracaso del mismo. El mejor amigo de la pareja, sobre todo de ella, un
psiquiatra que estudia cómo las ideas obsesivas determinan incluso la vida de
las personas desempeñará un papel relevante en el desarrollo de la trama, si
bien me abstengo de desvelar, en una película de intriga, y tan bien
conseguida, ningún extremo que lleve a conjeturas que arruinen su visionado. La
atmósfera de cine negro está conseguidísima y la realización del crimen, con un
Bogart de gabardina bajo un árbol en una noche oscura y en una carretera
apartada es absolutamente magistral, lindando propiamente con el género de terror,
algo de lo que hay no solo en ciertas escenas cumbre, como la que acabo de
evocar, sino porque ese abismo del que nos habla el título no es tanto el de la
sierra por donde despeña el coche con su mujer asesinada dentro, cuanto la
mente del asesino, lo que nos hace relacionar esta película con otras en las
que la perturbación mental emerge como tema principal, más allá de los posibles
delitos que se cometan. Aunque el plan urdido por el protagonista parece no
haber dejado nada al azar, la historia da un giro de guion magnífico cuando la
asesinada comienza a dar señales de vida a través de objetos que le llegan al
protagonista y que son inconfundiblemente de su mujer, aunque la policía aún no
ha encontrado el coche siniestrado ni, por tanto, el cadáver. La perspectiva de
una venganza fría y tan calculada como lo fue el asesinato de la esposa se abre
paso de forma avasalladora. Y ahí tenemos al envejecido don Juan declarándose
inútilmente a su cuñada y temeroso, al mismo tiempo, de que en cualquier
momento su legítima cruce el umbral de la puerta con la policía al lado para
acusarle de intento de asesinato. Se advierte, por la sinopsis lo bien
construida que está la trama, y ello convierte a la película en una historia
muy digna de verse. La presencia de Bogart hace imposible considerarla de serie
B, pero sin él, la película sería una joya de esa serie. Comparada con otras
obras maestras del género, y aunque no desmerezca, queda en un plano inferior,
pongamos por caso, por recordar una de título semejante, que Retorno al pasado, de Tourneur. La
historia es buena, pero tópica; la realización, sin embargo, es magnífica y
consigue ambientes muy logrados, aunque algunos exteriores son nítidamente de
estudio, lo que da a entender que la inversión fue muy justa. A mí me ha
recordado más las historias de Agatha Christie que obras propias del género
negro como las de Chandler o Hammett, sobre todo por la presencia del
psiquiatra y la relación entre las teorías psicoanalíticas y los hechos. En
cualquier caso, se trata de una película notable, perfectamente realizada e
interpretada -Rose Hobart, la esposa, hace una interpretación soberbia, una
maestría que ya había demostrado mucho antes, cuando en 1930 interpretó la
enamorada de Lilliom, de Borzage- y
que sabe mantener la intriga hasta la tenebrosa secuencia del desenlace, cuando
en ese abismo se reúnen el asesino y el perturbado mental.
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