Una miniatura intimista sobre las
relaciones amorosas: Lo tuyo y tú, de
Sang-soo, o la influencia de Rohmer (y tal vez Malle) en el cine oriental.
Título original: Dangsinjasingwa dangsinui geotaka
Año: 2016
Duración: 86 min.
País: Corea del Sur
Director: :Hong Sang-soo
Guion: Hong Sang-soo
Música: Dalpalan
Fotografía: Park Hong-yeol
Reparto: Kim Joo-hyuck, Lee
You-young, Kwon Hae-hyo, Yu Jun-sang,
Kim Eui-sung.
Jordi Costa es crítico de mi predilección, como antes
lo fue literario cuando ejercía como tal en el Diari de Barcelona, in illo témpore…de la juventud. Y me motivó,
como solo él sabe hacerlo, para “desear” ver esta enigmática película que, como
algunas faenas toreras, provocará en los tendidos del patio de butacas una tibia
“división de opiniones”, porque la retórica sin estridencias de la película ni
provoca euforias ni desengaños escandalosos. Solo hubo una baja durante la
proyección, pero mi espíritu demoscópico no me llevó a salir tras el espectador
cansado para que me explicara, sucintamente, las razones de su salida. Seguí
atado, con cierta incomodidad, a los planos fijos en los que los personajes
trataban de salir airosos de situaciones afectivas cuya complejidad identitaria
es lo más novedoso de la película. Técnicamente, tuve la sensación de que la
película era un homenaje a Mi cena con
André, de Malle, pero, también, un eco de Melinda y Melinda, de Woody Allen, que, a su vez, ya rendía
homenaje a la película de Malle. Si añadimos la entrañable verborrea típica de los
personajes de Rohmer -para mí El árbol,
el alcalde y la mediateca, es una joya del cine cómico- tenemos una idea
aproximada de lo que Lo tuyo y tú puede
ofrecer a los espectadores. A partir de la crisis que se instala en una pareja
por la inclinación alcohólica de ella, al decir de él, la mujer rompe con la
pareja y se inicia a partir de ahí un doble camino: por un lado, el de la mujer por rechazar ser ella misma
cuando los demás la identifican con quien dice no ser, incluido el pintor, su pareja
inicial, y, por otro, el del pintor decidido a recuperar a la mujer aun a pesar
de tener que aceptar lo que no sabe si es juego, venganza o, lo que
racionalmente se resiste a aceptar, el doble exacto de su compañera. A lo largo
de tomas estáticas que solo se sostienen por la naturalidad con que los distintos
personajes van desgranando sus cuitas, la mujer, que siempre se acaba
enamorando de perdedores, afianza un camino de confusión que no solo tiene como
objeto volver locos a sus interlocutores, sino a los mismísimos espectadores,
quienes no dejan de dudar permanentemente si la mujer es o no es quien dice no
ser. La idea del doble no es infrecuente en la historia del cine y nos ha
deparado obras magníficas como El
prisionero de Zenda, de Richard Thorpe, por ejemplo, birrias insufribles como Two much, de Fernando Trueba o clásicos indiscutibles como Inseparables, de David Cronenberg, por
eso el espectador sigue con interés una trama en la que esa confusión de
personalidades da pie a situaciones a medio camino entre la comedia de
costumbres y la reflexión sobre la soledad y el fracaso. Es la primera película
que veo del director, pero ni de lejos me ha producido un impacto como el que
sí me lo produjo la primera película que vi de Wong Kar.Wai, In the mood for love, o Hierro 3, del también surcoreano Kim
Ki-duk, pero me ha dejado un relativo buen sabor de boca, si bien es cierto que
la primera sesión, a las 16’00h no es la más adecuada para ir a verla; pero era
la única a la que la ponían… ¡y suerte que he llegado a tiempo de verla antes
de que la quiten!, porque ciertas películas duran un suspiro en cartelera. Y
mucho me temo que como no corra para ver la de Kaurismaki, habré de esperar al
reestreno en los Meliès.
No hay comentarios:
Publicar un comentario