Una estrafalaria car
movie sobre una historia de Roger Corman: Piloto a la fuga o un Jaguar espectacular, en una carrera local de
coches, habitado por un prisionero fugado y una conductora con síndrome de
Estocolmo.
Título original: The Fast and
the Furious
Año: 1955
Duración: 73 min.
País: Estados Unidos
Director: John Ireland, Edward
Sampson
Guion: Jean Howell, Jerome
Odlum, Roger Corman
Música: Alexander Gerens
Fotografía: Floyd Crosby (B&W)
Reparto: John Ireland, Dorothy Malone, Bruce Carlisle, Iris Adrian,
Marshall Bradford, Bruno VeSota,
Byrd Holland, Larry Thor, Henry Rowland, Jean Howell,
Dick Pinner, Robin Morse, 'Snub'
Pollard, Lou Place, Roger Corman,
William Woodson, Jonathan Haze.
Más allá de la serie B y
de la C, minorías étnicas, está la serie F, de cine familiar, o poco menos.
Basada en una historia de Roger Corman y rodada a partir de una carrera de
coches local, usada en la película, la película tiene el dudoso gusto de haber
sido la primera que se tituló TheFast and
the Furious, título, que no historia, comprado por los productores para
usarlo en la serie de exitosas ¿películas? que con ese nombre han golpeado
duramente la retina de tantos y tantos jóvenes , y no pocos maduritos, en las salas de cine de medio mundo. Si la película será F, que, en el resumen
de la Wikipedia de John Ireland, notable actor con tendencia a interpretar
papeles de villano, ni siquiera se menciona que hubiera dirigido una película.
Edward Sampson tampoco merece mucho espacio en IMDb, y sí una nota anecdótica
en la que se nos informa de que murió accidentalmente al dispararse la pistola
que intentaba quitarle a su mujer cuando esta intentaba suicidarse. La película
es simple como una canción de Julio Iglesias o el ritmo base del rap: un preso
fugado, sobre el que pesa la acusación de asesinato, se teme que no tendrá un
juicio justo y se escapa. Para en un bar de carretera y, tras ser amenazado por
un cliente -¡el inmortal Bruno VeSota!- para que se identifique, porque ya se sabe que hay un preso fugado,
se deshace de él y se lleva como rehén a Dorothy Malone y un Jaguar con el que
ella iba a competir en una prueba automovilística en cuyo trazado se traspasaba
la frontera mexicana. Durante la huida, él ejerce un férreo control sobre ella
que, a medida que nos acercamos a la feria del automóvil que incluye la carrera
se va relajando. Se inscribe, con nombre supuesto en la carrera, para poder
pasar la frontera y huir. Antes, se produce el inevitable romance entre la
secuestrada y el nada apuesto secuestrador, un camionero que iba por libre y a
quien el sindicato mafioso de camioneros quería apartar del negocio por la vía
rápida… Todo tan discreto como poco atractivo, salvo la presencia de Dorothy
Malone, que es la única que le da a la película una cierta consistencia para
poder considerarla como tal, aunque sea del género F. Las escenas de la carrera
están bien rodadas, aunque en muchas secuencias se rueda sobre proyección, con
esa poco disimulada técnica que las vuelve ridículas. Al final, el buen fondo
de él, honrado a carta cabal, se impone a la dureza del fugitivo que no atiende
más que a la llamada de la supervivencia y decide plantar cara al juicio, con
el apoyo de la Malone, seducida por una bondad que solo ella ha sabido intuir
tras la aridez de trato del presidiario. Lo cierto es que a quien le gusten las
carreras de coches y los coches antiguos tiene una excelente oportunidad para
disfrutar durante un buen rato, porque la carrera se come casi la mitad de la
cinta, de ceñido metraje. En fin, lo
aviso en el título y la traigo este ojo
como lo que es, una rareza que tal vez ni merezca la pena visitar, pero siempre
tiene que haber alguien que vea lo que nadie ve, para no llamarse a equívoco. A
los espectadores de la actual Fast and
Furious, si tienen sensibilidad para los coches de época, es posible que
les entretenga. A los demás, lo dudo.
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