Entre el cine gótico y las películas de detectives: The Man with a Cloak o una intriga muy bien llevada alrededor de una francesa recién llegada a Nueva York y un tal Dupin, poeta borrachín…
Título original: The Man with
a Cloak
Año: 1951
Duración: 84 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Fletcher Markle
Guion: Frank Fenton (Novela: John Dickson Carr)
Música: David Raksin
Fotografía: George J. Folsey (B&W)
Reparto: Joseph Cotten, Barbara Stanwyck, Louis Calhern, Leslie Caron,
Joe De Santis, Jim Backus,
Margaret Wycherly, Richard
Hale, Nicholas Joy, Roy Roberts, Mitchell Lewis.
¡Por fin, un nuevo descubrimiento
absoluto que poder compartir con quienes se acerquen a este Ojo en el que, más allá de una novedad
de esas características, lo que se busca es tropezar, al azar de Tallers 79,
con el mejor cine posible! Nada sabía de Fletcher Markle y no sé mucho después
de haber pasado por la Wikipedia, excepto que es autor de tres obras que
podemos considerar dentro del cine negro, siendo muy generosos, cuyos títulos
son, además del presente, Jigsaw y Night into Morning, que supongo tan
inéditas en nuestras pantallas como la presente, aunque no lo puedo asegurar
con total certeza. Antes de escribir estas líneas de salutación a una película
y un director que merecen total reconocimiento por parte de los espectadores,
he visto en YouTube Jigsaw, una trama
de cine negro muy notable, con un Franchot Tone estupendo y un uso del blanco y
negro a la altura de las mejores muestras del género. La aparición de ciertos
estereotipos del género, como la cantante del night-club o la política
conspiradora y malvada, amén de los mafiosos de rigor, refuerza su adscripción genérica
y la sitúa en la parte alta del mismo. No he podido ver Night into Morning,
pero ya me he movilizado para encontrarla, porque Ray Milland como protagonista
augura un feliz hallazgo. La última película que dirigió -el resto de su obra
ha de relacionarse con las series de televisión, en las que trabajó más de 25
años- , esta The Man with a Cloak , se nos presenta de buen inicio como una
obra gótica de la Hammer con una inesperada visitante a un rico de delicada
salud atendido por una gobernanta y un mayordomo que se han conjurado para quedarse
con la fortuna del hombre, quien no tiene más heredero que un sobrino en
Europa, en Francia, dedicado a los afanes revolucionarios. Su prometida, Leslie
Caron, adorable, llega a la mansión para solicitar algo de dinero para el sobrino,
con quien ha de casarse. Antes de ser recibida en la casa, se refugia en un bar
donde conoce a un misterioso hombre con apariencia de dandy algo escaso de
fondos con quien comparte la naturaleza de su presencia ante una casa en la que
no se ha atrevido a entrar porque le ha parecido que se equivocaba de
dirección. Resuelta la identificación del domicilio del tío de su novio, la
joven entra en la casa y es sometida al control de la ama de llaves, una
Barbara Stanwyck que rezuma maldad por los cuatro costados refrenada por una
exquisitez de maneras que no la delata en ningún momento. Esquivando la acción
protextora/secuestradora de ella, logra acceder al viejo millonario -un
excepcional Louis Calhern (La Jungla de
asfalto y Julio César), marcando la
pauta de la futura carrera de Vincent Price en el género de terror-, quien no
solo recibe la carta que ella trae de su sobrino para él, sino que consigue ser
instalada en el caserón como su huésped, para recelo y mosqueo de los
sirvientes. El juego interior/exterior se resuelve en esas dos narraciones
paralelas de la relación de la joven con su tío y sus sirvientes y la relación
con el poeta dado a la bebida, elegante, cordial, atento, con maneras de
caballero de alta posición y ningún bien, por lo que siempre anda pidiendo
bebida de fiado y aplazamientos para pagar la pensión donde se hospeda. En
cuanto, por razones de la trama que sería prolijo explicar, Dupin -un Joseph
Cotten muy medido y convincente, muy “teatral”- entra en contacto con el ama de
llaves, se establece una poderosa atracción que parece añadir un rival a la
conjura, lo que despierta los celos, tanto sexuales como económicos del
mayordomo, y constituye una amenaza, en apariencia, para la sobrina, si esa
alianza se consuma. La película, ya digo, conserva la estética de lo mejor del
cine gótico y añade lo mejor del cine negro, por lo que hace a la investigación
sobre si los criados están intentando o no envenenar al viejo para acelerar su
muerte. Este, que va siempre acompañado de un cuervo que le hace compañía, lo
que crea un excelente atmósfera de película de terror, tiene un desarrollado
sentido del humor que contrasta con su gruñona presencia de paralítico que ha
de ser ayudado para todo por el mayordomo. El encuentro de Dupin y el rico
hacendado permite advertir que el doble juego aparente del hombre de la capa se
decanta, sin embargo, hacia la joven francesa, a quien pretende ayudar para que
puedan entrar en posesión, ella y su prometido, de la riqueza que les deja el
nuevo testamento que acaba de hacer el viejo, para desesperación de sus
sirvientes. La intriga, a partir de la muerte del viejo rico, gira en torno a
si será él o los sirvientes quien encuentre primero ese testamento que anula el
anterior. Que el notario beba por error el preparado de arsénico que había
preparado el viejo para suicidarse, tras haber legado su herencia a su sobrino,
complica las cosas enormemente, máxime cuando el propio tío muere poco después.
Hay un cierto virtuosismo en la realización que gustará a los amantes de la
estética expresionista, que se prodiga notablemente en el film. Los primeros
planos son estupendos y muy efectistas, del mismo modo que la puesta en escena
de la mansión se ajusta a la perfección a la creación de esa atmósfera entre lúgubre,
siniestra y a veces cómica que nos permite contemplar la película con cierta
relajación e infinito placer. Supongo que he dejado suficientes pistas en la
crítica como para que se sepa quién es el misterioso personaje romántico que
ayuda a la ingenua joven que parece perdida en el bosque de la gran ciudad
cuando aún Nueva York no era, y tardaría mucho en serlo, la “ciudad de los
rascacielos”.
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