A la sombra de La dama de las camelias en flor. El primer melodrama de Chaplin.
Título original: A Woman of
Paris: A Drama of Fate
Año: 1923
Duración: 84 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Charles Chaplin
Guion: Charles Chaplin
Música: Louis F. Gottschalk,
Charles Chaplin (Película muda)
Fotografía: Roland Totheroh, Jack Wilson (B&W)
Reparto: Edna Purviance; Carl Miller; Adolphe Menjou; Lydia Knott; Betty
Morrisey; Malvina Polo; Clarence Geldart; Charles K. French.
De qué manera no estará asociado Chaplin al humor, que, al estrenar esta
película, la productora recién creada, United Artists, se vio obligada a incluir un rótulo en que recordaba al
público que iban a ver un drama y que, aunque con Chaplin como director, no era
una película «de reír». Y así fue. Chaplin rueda una película a la mayor gloria
de su pareja Edna Purviance, pero el resultado de taquilla fue un desastre, lo
que lo obliga a guardar la película en un cajón hasta que muy tarde, es «rescatada»
y vuelta a exhibir. La película tuvo buena acogida crítica de otros directores
e incluso Adolphe Menju saltó al estrellato desde ella, consolidando, posteriormente,
una excelente carrera.
El melodrama
parece seguir punto por punto el esquema operístico de La Traviata. Una
joven, severamente custodiada por su padre, se escapa para pasar unas horas con
su prometido, con quien planea huir a París en el tren. Vuelve a casa, en plena
tormenta y el padre no le abre. En la casa del joven, el suegro se muestra
inflexible y quiere a la mujer fuera de la casa, inmediatamente. Van a la
estación y el joven regresa a casa para recoger su maleta. En el ínterin, el
padre, después de haberle dado algo de dinero a su hijo a través de la madre,
cae muerto de un ataque al corazón. Mientras habla por teléfono con su novia,
llega el médico y, por esos malentendidos que están en la base de los
melodramas, ella entiende que él no está dispuesto a irse con ella y se va
sola.
Un año
después, ella es una joven cortesana de éxito, mantenida por el soltero más
rico de París, un Adolphe Menju lleno de encanto y saber estar, con un dominio
de la escena que deja bien chica a la Purviance. La descripción de la vida
alegre de ella y los círculos y locales que frecuentan, da pie a un
costumbrismo en el que Chaplin vuelve muy brevemente a sus orígenes y nos «cuela»
algunas escenas cómicas excelentes, como la de la cocina en la que le muestran al
gourmet Menju el ave semipodrida que él y el cocinero reconocen como una
delicatessen y los trabajadores como una fuente de hedor insufrible. Los retratos
sociales destacan por esas pinceladas humorísticas, aunque en la base del
relato emerge poderosamente el drama cuando, por otro malentendido, la joven
llama a una puerta donde, supuestamente, se está celebrando una orgía, desnudos
integrales insinuados…, y se encuentra con su antiguo novio ahora aspirante a
pintor, viviendo en París en compañía de su madre, viuda, porque hasta entonces
no se entera de que el contratiempo que impedía la huida a París de los amantes
fue la muerte súbita del padre.
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