martes, 13 de septiembre de 2022

«Desmontando a Philip», de Alex Ross Perry o las penalidades del éxito.


Una Elisabeth Moss soberbia en una tópica trama de egos literarios en crisis…

 

Título original: Listen Up Philip

Año: 2014

Duración: 108 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Alex Ross Perry

Guion:Alex Ross Perry

Música: Keegan DeWitt

Fotografía: Sean Price Williams

Reparto. Jason Schwartzman, Jonathan Pryce, Krysten Ritter, Joséphine de La Baume, Elisabeth Moss, Jess Weixler, Dree Hemingway, Keith Poulson, Kate Lyn Sheil, Yusef Bulos, Maïté Alina, Daniel London, Samantha Jacober, Lee Wilkof, Joanne Tucker, C.C. Kellogg.

 

         Hay películas cuya trama conoces de pe a pa y, sin embargo, si las interpretaciones son sólidas, te dejas llevar por ella sin ningún esfuerzo, aunque, a fuer de sincero, Ross Perry alarga en demasía una historia depresiva que no da más de sí, ya por la reiteración de secuencias que en modo alguno hacen progresar la historia, ya por la insignificancia de otras que apenas aportan matiz nuevo alguno a una trama algo sosaina e insípida.

         El título en español, Desmontando a Philip quiere remitir a la excelente película de Allen, Desmontando a Harry, pero mientras en esta hay una concepción hermenéutica muy precisa, la de la  «deconstrucción» del significado y, en el caso de la película, del protagonista, en la de Ross Perry no hay sino una situación alargada y pretenciosa, sostenida, además, por un actor que, dando el papel a la perfección, resulta tan odioso como lo muestra la escena en la que se entrevista con un antiguo compañero de College, de la que no digo nada, porque el final de la entrevista es todo un golpe de efecto que deja sin aliento al espectador. El contrapunto, si bien deberíamos hablar del «compunto», a tenor de la cercanía que hay entre el viejo escritor y el escritor joven, lo representa Jonathan Pryce un viejo autor de éxito que aloja en su casa de campo al joven discípulo que ha conseguido un éxito relativo con su segunda novela, y a quien invita convertirse en profesor de escritura creativa en un College, mientras comparte la casa con él y con su hija, aunque la oposición de esta a compartir el espacio familiar con un auténtico extraño logrará que el joven se mude a un piso.

         La apertura de la historia, en la que queda el autor con una antigua novia para reprocharle que no hubiera creído jamás en él y que hubiera considerado una exceso de infantilización su aspiración de convertirse en un autor de éxito, marca, para el resto del metraje, el bloque granítico de la personalidad misántropa del joven, a lo que ha de añadirse una clara tendencia depresiva ante la banalidad y superficialidad del común de los mortales. Incluso se separa de su última pareja, la encarnada por una excelente Elisabeth Moss, quien ha de hacer un enorme esfuerzo para no solo aceptar que la abandone ese pedazo de mastuerzo con quien vivía, sino para rechazar, tiempo después, que él quiera retomar su historia común donde la dejaron, «como si nada hubiera pasado», la enésima prueba de la ausencia total de madurez del escritor metido a nefasto profesor…

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