Mi otro yo:
La esciomaquia inquietante: A medio camino genérico entre el terror y el thriller psicológico.
Título original: Another Me
Año: 2013
Duración: 86 min.
País: Reino Unido
Directora: Isabel Coixet
Guión: Isabel Coixet
Música: Michael Price
Fotografía: Jean-Claude Larrieu
Reparto: Sophie Turner, Claire
Forlani, Jonathan Rhys
Meyers, Rhys Ifans, Ivana Baquero,Geraldine
Chaplin, Gregg Sulkin, Leonor
Watling, Sara
Lloyd-Gregory
Isabel Coixet ha pretendido
explorar el mundo complejo de los conflictos de personalidad en el momento
crítico del abandono de la adolescencia, y ha querido hacerlo, además, a través
del molde de una película de género. Y de aquí procede, acaso, la principal
objeción que puede ponérsele a la película: la indeterminación genérica. Es
evidente que el terror psicológico, del cual Repulsión, de Polanski es la obra maestra (con aquellas turbadoras
escenas del pasillo del que emergían los brazos arcillosos y húmedos que
atrapaban a la protagonista, una convincente Catherine Deneuve) forma parte de
la película, porque gran parte de la trama se vive desde la atormentada mente
de la joven protagonista; pero el terror, a la usanza moderna de las tramas que
se centran en los jóvenes, algo que ya empezó con la genial La matanza de Texas y que se reeditó con
El proyecto de la bruja de Blair,
tiene en Mi otro yo una continuación
no directamente emparejada con ellas; y, finalmente, la estructura de trhiller
que adopta la película se suma a las otras características genéricas y ahí es
donde el espectador no sabe a qué carta quedarse, si bien es cierto que ninguna
de las tres incursiones genéricas daña tanto a la película como para que no se
vea con agrado, dada la contundente calidad formal de la película y el
excelente nivel de las interpretaciones de un reparto elegido con excelente
criterio de casting, y en el que sólo Jonathan Rhys Meyer, extraordinario en Match Point, de Woody Allen, aparece un
poco desorientado por la escasa definición de su personaje, y porque se le
exige, casi en frío, la transmisión de un pathos densamente emotivo sin apenas
apariciones en el metraje.
Mi otro yo se presenta como una novela de fantasmas, un tema muy
propio de la tradición inglesa, si bien Coixet ha optado por un registro formal
que convierte en pretendida película “de autora” la narración preciosista pero convencional
de un historia de suplantación de
personalidad, una suerte de esciomaquia,
palabra que significa la lucha contra un ser imaginario. La palabra clave parta
definir la película es atmósfera. Coixet, nueva en la encrucijada de géneros,
creo que sale airosa del casi callejón sin salida en el que se mete, porque va
construyendo poco a poco un espacio inquietante en el que sabemos que puede
ocurrir cualquier cosa, y ella es lo suficientemente hábil como para inventarse,
además, -¡necesidad obliga!- un Mcguffin que distraiga al espectador durante
buena parte de la película para potenciar el efecto sorpresa del desenlace.
La película gira en torno a la sensación constante, paranoica, que padece
una adolescente de que alguien intenta usurparle la identidad, adueñarse de su
vida, sustituirla, e incluso matarla. Las escenas en que se van revelando
señales de ese acoso generan una genuina inquietud en el espectador, por más
que se den, en muchas de ellas, recursos tópicos: columpios que se mueven
solos; cristales que se astillan, sombras sin cuerpo que rozan a la
protagonista, pintadas con mensajes turbadores, situaciones de indefensión y
confirmación de la existencia de una doble, como ocurre con la impagable
intervención de Geraldine Chaplin, expresiva con su sola presencia. La pregunta
sería ¿qué ha visto Coixet en esa historia para hacerla suya? Quizás me
equivoque, pero creo que la inseguridad personal de un ser que siente amenazado
su yo por alguien que, aun a pesar de lo conflictivo que es para la
protagonista, quiere apoderarse de él como si fuera un tesoro. La vivencia de
la extrañeza como estado de desasosiego permanente, unido a la confianza en la
propia fortaleza constituyen rasgos psicológicos que acaso definan una temática
cercana a la autora.
Capítulo aparte merece la
canción principal de la película, You
haunt me, “me persigues”, de Richard Hawley, interpretada maravillosamente
por Lizza Hanning, con un registro de voz que la aproxima mucho al cantante
fetiche de Coixet: Antoni Hegarty. La canción recuerda mucho el tono sombrío y
casi de ultratumba de Nick Cave and The Bad Seeds y expresa a la perfección la
espiral de desesperación y miedo en que se sume la protagonista. El resto de la
banda sonora es más convencional, pero eficaz, al servicio de algunos golpes de
efecto en los que cae innecesariamente la directora, como si obedeciera al
código en vez de a una visión propia de los mismos. Porque esta sería la otra
objeción que pudiera ponerse a la película: que Coixet se haya ajustado a los
códigos del género sin replanteárselos, casi como si fuera una película de
encargo.
Acabo de volver del cine de verla. Es una historia muy interesante. Como cuento de fantasmas es muy bueno, pero no me he creído casi nada. No sé, hay algo en la película que ha hecho que no haya entrado en la ficción que se supone que me debía creer, que existe un doble, un fantasma al otro lado. Me ha parecido bienintencionado pero poco convincente. He visto películas fantásticas que me han tenido en vilo, pero esta tenía que hacer un esfuerzo para entrar en el supuesto misterio. La aparición de la fantasma es lamentable, los cristales rotos, un recurso del montón, la música nada apropiada para la creación de una atmósfera apropiada. La película, elemento a elemento, es muy buena, pero combinados generan algo que no seduce a este espectador, parece que a ti sí. No sé de qué es problema, si del ritmo narrativo, si de la puerilidad de algunos efectos. El final es fácilmente previsible. No resulta ninguna sorpresa. Me ha faltado una escena final con la representación de Macbeth. A mi juicio, una película tan interesante en cuanto materia bruta como falta de elementos coherentes que la hagan creíble. En ningún momento me he sentido dentro de la ficción ni me ha sorprendido. El morbo se nos cuenta que existe pero no se siente, igual que la inquietud que no he llegado a sentir. Es como un combinado con todos los ingredientes pero mal batido o mal combinado. Y la BSO me parece minimalista pero totalmente inadecuada. Sin embargo, a pesar de que entiendo que es un filme fallido, la historia es buena. No me arrepiento de haberla visto.
ResponderEliminarHombre, tanto como seducir... Me acerco bastante a tu criterio, aunque creo que yo aprecio más su vertiente comercial. Se trata, en todo caso, de un producto comercial, pero muy poco personal, es decir, lo que no cabría esperar de una directora como Coixet. Me sigue pareciendo que logra crear una atmósfera inquietante, aunque ya señalo la endeblez del guión y el retrato fallido de los personajes. Ahora bien, a veces la apreciación que se tiene de una película resulta influida por lo último que se haya visto antes que ella. En mi caso era la película de Jarmusch, en cierto mnodo parecida a ésta: exquisita factura y nulo guión. Las dos, sin embargo, superiores a Las dos caras de enero...
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